El Domingo de Ramos marca el inicio de la Semana Santa para los católicos, conmemorando la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, donde fue recibido con ramos y aclamaciones.
Este evento, narrado en los evangelios, simboliza la humildad de Jesús y su venida como Rey, no con poderío, sino con amor y servicio. La Misa se caracteriza por la procesión de los ramos, la bendición de las palmas y la lectura de la Pasión de Cristo.
Las Palmas
Los ramos bendecidos representan la paz, la victoria y la acogida de Cristo, y la procesión con ellos, el reconocimiento de Cristo como el Rey.
Los ramos de palma son símbolo de la renovación de la fe en Dios, así como de la vida y resurrección de Cristo. Son un recordatorio de que la Cuaresma es un tiempo de esperanza y renovación de la fe en Dios.
Campesinos hondureños comenzaron a llegar este viernes a los templos católicos de las principales ciudades de Honduras, cargando mazos de palma y figuras como cruces para vender en la víspera del Domingo de Ramos, marcando el inicio de la Semana Santa.
Semana Santa, corazón del misterio pascual
La Semana Santa no es una celebración de “duelo” y “lamento”, sino la semana que expresa el corazón del misterio pascual, cuando Jesús da su vida por nuestra salvación: por amor Jesús se hizo hombre, y por amor da su vida.
En esta obediencia, Jesús ama al Padre y ama a los hombres que vino a salvar. En el Domingo de Ramos se nos ofrece una interpretación de nuestra vida y destino.
Cada una de nuestras penas y dolores encuentra una respuesta en Jesús: ante preguntas como por qué sufrir, por qué morir, por qué tomar tantas decisiones incomprensibles a los ojos humanos, Jesús no nos dio respuestas vagas, sino que con su vida nos dijo que está con nosotros, a nuestro lado, hasta el final.
Nunca estaremos solos en nuestra alegría y en nuestro sufrimiento. Jesús está allí. Esta celebración pide ser entendida, más que con palabras, con silencio y oración; tratemos de entrar en ella con el corazón.
