Con la celebración del jueves Santo no solo se abre el Triduo Pascual. En este día la Iglesia Católica conmemora la institución de la Eucaristía en la Última Cena, con las Palabras mismas de Jesucristo: ¨Hagan esto en conmemoración mía.
También festejamos el Sacramento de La Orden Sacerdotal y La Vida de Servicio a los demás. También celebramos a todos los valientes que dijeron sí, un sí de corazón como el de María a vivir una vida consagrada a Jesús y con el gesto del lavatorio de pies también festejamos a todos aquellos que dedican su vida a servir de manera humilde y extraordinaria a los demás cumpliendo el último mandamiento de Cristo.
En este día que para algunos representa tristeza, dolor e incluso traición, se celebran tres grandes acontecimientos, por la mañana, tenemos en primer lugar la llamada Misa Crismal, que es presidida por el Obispo Diocesano y concelebrada por su presbiterio.
En ella se consagra el Santo Crisma y se bendicen los demás óleos, que se usan en la administración de los principales sacramentos. Junto con ello, todos los sacerdotes renuevan las promesas realizadas el día de su ordenación. Es una manifestación de la comunión existente entre el obispo y sus presbíteros en el sacerdocio y ministerio de Cristo y es con este gesto que los Sacerdotes de nuestra iglesia celebran un año más de la institución de La Vida Sacerdotal.

Triduo Pascual
Luego, ya por la tarde, tenemos la misa vespertina donde damos introducción a la celebración del Triduo Pascual. Es el periodo de tres días centrales de la Semana Santa, comprendiendo el Jueves Santo, Viernes Santo y Sábado Santo, en los que la Iglesia conmemora la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Es el momento más importante de la Semana Santa y del año litúrgico.
Como en todas las celebraciones litúrgicas, se inicia con la entrada procesional, encabezada por los acólitos, seguida por los ministros y finalizada por el celebrante principal, un sacerdote u obispo. Mientras tanto, el coro acompaña con cantos, pues ya ha terminado la Cuaresma.
El color de esta celebración es el blanco sustituyendo al morado. Las lecturas de este día son muy especiales; la primera es del libro del Éxodo, la segunda lectura es de la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios, el Evangelio es el momento del lavatorio de pies, se realiza por el sacerdote lavando los pies a doce varones a modo de representar a los doce apóstoles, en el que se recuerda el gesto que realizó Jesús antes de la Última Cena con sus discípulos.
Durante el lavatorio de los pies se entona un cántico relacionado con el Mandamiento Nuevo del Amor entregado por Jesucristo en esta noche santa, destacando frases del texto del discurso de Jesús en la última cena, recogido por el Evangelio de San Juan. Y es así que celebramos la Institución del Mandamiento de Amor: Ámense los unos a los otros como Yo los he amado, en términos sencillos, el servicio a los demás con y por Amor a Cristo.
La celebración se realiza en un ambiente festivo, pero sobrio y con una gran solemnidad, en la que se mezclan sentimientos de gozo por el sacramento de la Eucaristía y de tristeza por lo que se recordará a partir de esa misma tarde de Jueves Santo, con el encarcelamiento y juicio de Jesús.

Adoración del Santísimo
Durante la noche se mantiene la adoración
del Santísimo en el “Monumento”, celebrándose la llamada “Hora Santa” en torno
a la medianoche, quedando el Santísimo allí hasta la celebración del Viernes
Santo.
Esta reserva recuerda la agonía y oración
en Getsemaní y el encarcelamiento de Jesús, y por eso los sacerdotes
celebrantes piden que velen y oren con Él, como Jesús pidió a sus apóstoles en
el huerto de Getsemaní. Una vez han terminado los oficios, se rememora la
oración y agonía de Jesús en el huerto de los olivos, la traición de Judas y el
prendimiento de Jesús, que se suele celebrar con procesiones en la noche del
Jueves Santo. (Tomado de Catholic.net)