“¡Gracias a todos!”, las palabras del Pontífice al
asomarse a la ventana del Policlínico Gemelli de Roma para saludar a los fieles
congregados que lo esperaban con gran emoción, y que durante todo el tiempo de
hospitalización eran manifestadas con oraciones por su salud.
El papa Francisco, con un aspecto
frágil y una respiración entrecortada que le dificultaba el habla, hizo el
domingo su primera aparición en más de seis semanas, asomándose brevemente al
balcón del Policlínico Gemelli; saludó a cientos de
personas congregadas en la plaza del mismo.
“Gracias a todos”, dijo con un hilo de voz. Más tarde,
el papa salió del hospital para hacer una corta parada en la Basílica de Santa
María la Mayor, que alberga un icono de la Virgen María de quien es devoto,
antes de dirigirse a la casa de huéspedes del Vaticano donde vive.
“Veo a una señora con flores
amarillas”, dijo Francisco durante su aparición en el balcón del segundo piso,
después de que lo sacaran en silla de ruedas. “Es buena”, dijo, haciéndole un
cumplido. Luego se quedó sentado y saludó con ambas manos mientras la gente lo
aclamaba y agitaba banderas.
Tras más de un mes fuera de la escena pública,
Francisco salió profundamente cambiado y con aspecto desmejorado, subrayando lo
que será una larga recuperación y una nueva etapa para él y para la Iglesia. En
el balcón se hizo evidente que, por ahora, el Papa Francisco de antaño, quien
hablaba de improviso y hacía de la cercanía física a los fieles una
característica distintiva de su pontificado, se había transformado.
Su aparición el domingo fue recibida con vítores de
“papa Francisco” por parte de los fieles que se encontraban fuera del hospital.
“¡Larga vida al papa!”, vociferaban los presentes. El papa hizo la señal de la
cruz en señal de bendición.